Ya no pueden cometer más, pero sus malditos escritos
harán cometerlos, y esta dulce idea que se llevan
a la tumba les consuela de la obligación en que
les pone la muerte de renunciar al mal.
D. A. F. Marqués De Sade – Justine
Esta carta la hago en plena conciencia de mis facultades tanto psíquicas,
como físicas, soy consiente de lo perjudicial que será este relato para mi
familia, sin más que decir, solo pido
comprensión. Papá, mamá, seque lloraran y maldecirán, pero a pesar de eso sepan
que hasta este momento los sigo odiando, he aquí a su verdadero hijo y buen
ciudadano.
El acto de violencia siempre lo lleve en mi sangre,
el deseo de aniquilar irrumpía en medio de mis meditaciones, incluso cuando
gozaba del placer de la carne con Violeta, pensaba morder su cuello y beber su
sangre, pero no en un sentido vampírico, sino canibalista, quería morder,
lamer, chupar y comer, jamás me inquiete por estos pensamientos por el
contrario me excitaban, pero el causante de lo que realice, no fueron estos
pensamientos, que lógicamente aun no dejo de tener, mis acciones todas fueron
meditadas y llevadas a cabo por un incidente que dolorosamente presencie sin
poder hacer nada, mi fascinación por la noche es inmaculada, por lo general
luego de beber un poco salía a las calles a caminar sin rumbo, los peligros de
la noche, para mi jamás existieron, pocas veces se atrevieron a hacerme frente,
tal vez mi presencia melancólica, extraña, sin miedo, les asustaba, los seres
humanos le tememos a todo aquello que no estamos habituados a ver, podría poner
aquí el numero de criaturas que tuve el placer de traspasar con mi cuchillo,
pero me parece algo muy vanidoso de mi parte, además que fueron bien pocas,
recuerdo que una noche, tres sujetos muy jóvenes caminaban con una pequeña de
unos trece años, no tuve intención de seguirlos, sino que accidentalmente
tomamos el mismo camino, en un pequeño callejón donde la visibilidad era nula,
me tope con la niña que saciaba voluptuosamente a los sujetos, ella lloraba, en
un principio creí que la violaban, lo cual me habría aliviado, pero no era así,
su llanto se mezclaba con unos gemidos que llegaron al punto de excitarme,
quise esconderme, tomar otro camino, pero quede paralizado, los sujetos de
inmediato se percataron de mi presencia, y la pequeña me miro con unos ojos de
repugnancia y odio, ni siquiera entendí lo que dijeron, lo único que hice fue
dar la vuelta, pedir perdón y correr, cualquiera en mi situación se hubiera
reído y hablado de su historia a todos sus amigos, yo en cambio camine tres
horas hacia mi casa, pensando en lo excitante de la escena y en el repudio de
la pequeña niña, durante casi una semana me castigaron esos pobres ojos, aun
hoy en las noches más frías me parece verlos, cada vez que cierro los ojos ese
recuerdo llega a las puertas de mi mente, Violeta si hubieras estado conmigo
nada de esto habría pasado, pero ambos sabíamos que tú no me amabas, por eso
siempre estuve solo, sin el verdadero cariño que necesitaba, pronto me dejarías
por un sucio camionero y luego Verónica se iría del país, aunque los primeros
días me llamaba diciendo que extrañaba mi presencia, que esperara su regreso,
poco a poco dejo de llamar, hasta que al final el teléfono dejo de sonar, aun
espero que vuelva a sonar, ruego porque ese estúpido timbre suene solo una vez
más, por lo menos este ultimo día.
Verónica si existe algo que pueda hacer para tu
perdón, dímelo; pero no creas que me arrepiento, al contrario, termino de
realizar mi obra cumbre. Debo aclarar que no lo hice por venganza, ni mucho
menos trastornos psicológicos, aunque muchos se atreverán a encontrarle una
respuesta por medio del psicoanálisis, recuerden que Freud dijo “a veces
encender un cigarrillo, es solo encender un cigarrillo”, yo pienso que soy algo
así como el nuevo Mesías y vengo a dar salvación, debo salvar a las criaturas
infelices de este mundo podrido. Después de muchos días descubrí en aquellos
ojos que me atormentaban tanto, que en ese marrón fulminante lleno de
repugnancia, había un pequeño punto en la pupila que lo opacaba, solo era un
ser desdichado que no repugnaba mi mirada, sino su propia existencia, su vida
asquerosa que la obligaba a realizar ese tipo de orgias para vivir, yo hacia
parte de ese mundo que la utilizaba y la desechaba, yo era el único que podía
ponerle punto final a las necesidades de esas dulces criaturas.
Verónica caminaba a mi lado, siempre sonriente y yo
meditando cuando empezaría mis proyectos, decidí no actuar como un simple
homicida, sino como un salvador, no había necesidad de ocultarme, pues no cabe
duda que si mi deseo hubiera sido ocultarme, lo seguiría. Actué por instinto,
solo lo vi un segundo y no se en que
momento empuñe el enorme cuchillo, lo enterré con una destreza impresionante y
lo deslice del abdomen, al pecho, sacándolo al llegar a la garganta, con una de
sus manecitas me apretó la mano que no empuñaba el cuchillo, le sonreí, pues
comprendí que daba las gracias. Verónica lanzo un grito estremecedor, nunca
pensé que una voz tan suave y divertida, podría tener un timbre tan agudo
cuando el terror acaricia su alma; su mirada me desoriento, quise explicarle,
debí explicarte antes mis decisiones, ahora a mi soledad se suma la falta de
ti. En medio de tus gritos solo pude correr mientras me perseguías con la mirada,
hui a la montaña, hacia un bosque perpetuo donde hubiera podido morir diez mil
veces y ni una libélula se habría enterado. Allí el olor a sangre se disemino
por todo el espacio, un olor nauseabundo que me penetro hasta los huesos,
estaba desesperado y lloré por no tenerte conmigo, por qué no comprendías lo
oculto de mi alma, mientras rogaba tu perdón sonó el teléfono, y ahí estabas,
el olor a sangre desaparecía entre la fragancia de tu piel, tu voz hizo muy
feliz mi pobre alma convaleciente; luego dijiste que saldrías del país pero
jurabas regresar pronto, reí cuando pediste que no me dejara coger, sé muy bien
que la llamada termino porque así yo lo quise, no podía permitir que siguieras
mis pasos, con que me amaras era suficiente.
Esa misma noche te recordé mamá, esa estúpida cara
que tienes hizo que mis dientes rechinaran, una mujer incapaz de ser libre de
un asqueroso marido, un cochino animal, maldita, incapaz de manejar su vida
vana e inútil, y deseabas manejar la mía, solo soy el hijo de dos parásitos.
A la mañana siguiente estaba feliz, un nuevo día,
una nueva oportunidad de realizar mi tarea, mire hacia el sol prometedor y
corrí a mi destino, porque yo soy solo un pequeño destino, que pronto se unirá
a uno mayor, empuñe mi cuchillo y empecé a blandirlo a diestra y siniestra,
rebane cabezas, desmembré cuerpos, derrame intestinos, apuñale riñones,
traspase ojos, despelleje pieles completas y comí corazones, mi ultima
criaturita salvada la recuerdo claramente, pues era la putita de trece años que
me tenia ahí en aquella carnicería, estaba tan excitado, disfrute tanto
aquellos crímenes, salvaba a unos seres indefensos que no tardarían en ser
corrompidos y podridos como lo estaba yo, y a su vez saciaba mi maligna ansia
de sangre, al encontrar a aquella niña pensé en violarla, pero de inmediato
este pensamiento fue rechazado, estaba allí para salvar y no para hacer el mal,
iba saliendo de una casa, al parecer el griterío la había alertado, al verme su
rostro se desfiguro, supongo que el ver un hombre cubierto de sangre,
acercándose con un cuchillo del cual aun cuelgan hilillos de piel con fluidos
gástricos, debe de ser aterrador, sin darle tiempo para gritar, ya le había
traspasado la garganta, pensé que seria más difícil, que algo me detendría,
pero no fue así, la gente me temía más que nunca, esta vez camine en dirección
a la montaña no tenia intención de huir, sino de limpiarme para continuar, en
el camino sonó el teléfono, eras tu Verónica, llorando decías que ya estabas
fuera del país, me contaste que habías visto a Violeta subir a un camión, me
reí tanto, solo de recordarlo da tanta risa…. Nos juramos amor eterno tantas
veces, pero dejaste de llamar, tal vez fue porque ese día lance el teléfono al
rio, quiero creer que me abandonaste, que no llamaste más. Pronto me acordono
un grupo policiaco, luego de tantos juicios donde no hice más que guardar
silencio, se me llamo asesino, pederasta, demente, no existe la cadena
perpetua, ni la muerte aquí, aunque un cómico grupo exige mi muerte, se que no
lo lograran, el fiscal espera a que cuatro criaturas que se debaten entre la
vida y la muerte, mueran, para pedir una condena más fuerte, yo también espero
que mueran y si estuviera en mis manos, las sacaría del suplicio que es la
agonía.
Les ruego a ustedes seres de la alta sociedad no
rechacen a mi familia, ni mucho menos los señalen, pues dependen tanto de
ustedes hipócritas gusanos, que podrían suicidarse, son tan débiles de
espíritu, en cambio yo me voy de aquí, no por el peso de la conciencia, sino
porque la cárcel aburre.
Violeta te quise amar pero tú no lo permitiste, solo
queda decir que seas feliz con el camionero, mamá y papá no mueran, vivan mucho
tiempo para que sufran tanto como yo alguna vez lo hice.
Verónica nunca preguntaste por qué lo hice, gracias,
llámame por favor, por qué dejaste de llamar, dónde estas, por qué no has
venido a verme, acaso crees que no me dejé coger, si supieras lo feliz que he
sido, no niego que la maldad me consume, como a cualquier otro sobre este
planeta, pero supe dirigir mi maldad para realizar el bien, solo soy una gota
de lluvia que cayo sobre el asfalto y espera otra gota, para arrastrarse juntas
aun destino superior, te encomiendo mi labor, cae junto a mi para convertirnos
en una avalancha que arrastrara el mundo.
Te amare por siempre….
E.P.