viernes, 25 de enero de 2013

Salvando al mundo


Ya no pueden cometer más, pero sus malditos escritos 
harán cometerlos, y esta dulce idea que se llevan 
a la tumba les consuela de la obligación en que 
les pone la muerte de renunciar al mal.
D. A. F. Marqués De Sade – Justine
Esta carta la hago en plena conciencia de mis facultades tanto psíquicas, como físicas, soy consiente de lo perjudicial que será este relato para mi familia,  sin más que decir, solo pido comprensión. Papá, mamá, seque lloraran y maldecirán, pero a pesar de eso sepan que hasta este momento los sigo odiando, he aquí a su verdadero hijo y buen ciudadano.
El acto de violencia siempre lo lleve en mi sangre, el deseo de aniquilar irrumpía en medio de mis meditaciones, incluso cuando gozaba del placer de la carne con Violeta, pensaba morder su cuello y beber su sangre, pero no en un sentido vampírico, sino canibalista, quería morder, lamer, chupar y comer, jamás me inquiete por estos pensamientos por el contrario me excitaban, pero el causante de lo que realice, no fueron estos pensamientos, que lógicamente aun no dejo de tener, mis acciones todas fueron meditadas y llevadas a cabo por un incidente que dolorosamente presencie sin poder hacer nada, mi fascinación por la noche es inmaculada, por lo general luego de beber un poco salía a las calles a caminar sin rumbo, los peligros de la noche, para mi jamás existieron, pocas veces se atrevieron a hacerme frente, tal vez mi presencia melancólica, extraña, sin miedo, les asustaba, los seres humanos le tememos a todo aquello que no estamos habituados a ver, podría poner aquí el numero de criaturas que tuve el placer de traspasar con mi cuchillo, pero me parece algo muy vanidoso de mi parte, además que fueron bien pocas, recuerdo que una noche, tres sujetos muy jóvenes caminaban con una pequeña de unos trece años, no tuve intención de seguirlos, sino que accidentalmente tomamos el mismo camino, en un pequeño callejón donde la visibilidad era nula, me tope con la niña que saciaba voluptuosamente a los sujetos, ella lloraba, en un principio creí que la violaban, lo cual me habría aliviado, pero no era así, su llanto se mezclaba con unos gemidos que llegaron al punto de excitarme, quise esconderme, tomar otro camino, pero quede paralizado, los sujetos de inmediato se percataron de mi presencia, y la pequeña me miro con unos ojos de repugnancia y odio, ni siquiera entendí lo que dijeron, lo único que hice fue dar la vuelta, pedir perdón y correr, cualquiera en mi situación se hubiera reído y hablado de su historia a todos sus amigos, yo en cambio camine tres horas hacia mi casa, pensando en lo excitante de la escena y en el repudio de la pequeña niña, durante casi una semana me castigaron esos pobres ojos, aun hoy en las noches más frías me parece verlos, cada vez que cierro los ojos ese recuerdo llega a las puertas de mi mente, Violeta si hubieras estado conmigo nada de esto habría pasado, pero ambos sabíamos que tú no me amabas, por eso siempre estuve solo, sin el verdadero cariño que necesitaba, pronto me dejarías por un sucio camionero y luego Verónica se iría del país, aunque los primeros días me llamaba diciendo que extrañaba mi presencia, que esperara su regreso, poco a poco dejo de llamar, hasta que al final el teléfono dejo de sonar, aun espero que vuelva a sonar, ruego porque ese estúpido timbre suene solo una vez más, por lo menos este ultimo día.
Verónica si existe algo que pueda hacer para tu perdón, dímelo; pero no creas que me arrepiento, al contrario, termino de realizar mi obra cumbre. Debo aclarar que no lo hice por venganza, ni mucho menos trastornos psicológicos, aunque muchos se atreverán a encontrarle una respuesta por medio del psicoanálisis, recuerden que Freud dijo “a veces encender un cigarrillo, es solo encender un cigarrillo”, yo pienso que soy algo así como el nuevo Mesías y vengo a dar salvación, debo salvar a las criaturas infelices de este mundo podrido. Después de muchos días descubrí en aquellos ojos que me atormentaban tanto, que en ese marrón fulminante lleno de repugnancia, había un pequeño punto en la pupila que lo opacaba, solo era un ser desdichado que no repugnaba mi mirada, sino su propia existencia, su vida asquerosa que la obligaba a realizar ese tipo de orgias para vivir, yo hacia parte de ese mundo que la utilizaba y la desechaba, yo era el único que podía ponerle punto final a las necesidades de esas dulces criaturas.
Verónica caminaba a mi lado, siempre sonriente y yo meditando cuando empezaría mis proyectos, decidí no actuar como un simple homicida, sino como un salvador, no había necesidad de ocultarme, pues no cabe duda que si mi deseo hubiera sido ocultarme, lo seguiría. Actué por instinto, solo lo vi un segundo y  no se en que momento empuñe el enorme cuchillo, lo enterré con una destreza impresionante y lo deslice del abdomen, al pecho, sacándolo al llegar a la garganta, con una de sus manecitas me apretó la mano que no empuñaba el cuchillo, le sonreí, pues comprendí que daba las gracias. Verónica lanzo un grito estremecedor, nunca pensé que una voz tan suave y divertida, podría tener un timbre tan agudo cuando el terror acaricia su alma; su mirada me desoriento, quise explicarle, debí explicarte antes mis decisiones, ahora a mi soledad se suma la falta de ti. En medio de tus gritos solo pude correr mientras me perseguías con la mirada, hui a la montaña, hacia un bosque perpetuo donde hubiera podido morir diez mil veces y ni una libélula se habría enterado. Allí el olor a sangre se disemino por todo el espacio, un olor nauseabundo que me penetro hasta los huesos, estaba desesperado y lloré por no tenerte conmigo, por qué no comprendías lo oculto de mi alma, mientras rogaba tu perdón sonó el teléfono, y ahí estabas, el olor a sangre desaparecía entre la fragancia de tu piel, tu voz hizo muy feliz mi pobre alma convaleciente; luego dijiste que saldrías del país pero jurabas regresar pronto, reí cuando pediste que no me dejara coger, sé muy bien que la llamada termino porque así yo lo quise, no podía permitir que siguieras mis pasos, con que me amaras era suficiente.
Esa misma noche te recordé mamá, esa estúpida cara que tienes hizo que mis dientes rechinaran, una mujer incapaz de ser libre de un asqueroso marido, un cochino animal, maldita, incapaz de manejar su vida vana e inútil, y deseabas manejar la mía, solo soy el hijo de dos parásitos.
A la mañana siguiente estaba feliz, un nuevo día, una nueva oportunidad de realizar mi tarea, mire hacia el sol prometedor y corrí a mi destino, porque yo soy solo un pequeño destino, que pronto se unirá a uno mayor, empuñe mi cuchillo y empecé a blandirlo a diestra y siniestra, rebane cabezas, desmembré cuerpos, derrame intestinos, apuñale riñones, traspase ojos, despelleje pieles completas y comí corazones, mi ultima criaturita salvada la recuerdo claramente, pues era la putita de trece años que me tenia ahí en aquella carnicería, estaba tan excitado, disfrute tanto aquellos crímenes, salvaba a unos seres indefensos que no tardarían en ser corrompidos y podridos como lo estaba yo, y a su vez saciaba mi maligna ansia de sangre, al encontrar a aquella niña pensé en violarla, pero de inmediato este pensamiento fue rechazado, estaba allí para salvar y no para hacer el mal, iba saliendo de una casa, al parecer el griterío la había alertado, al verme su rostro se desfiguro, supongo que el ver un hombre cubierto de sangre, acercándose con un cuchillo del cual aun cuelgan hilillos de piel con fluidos gástricos, debe de ser aterrador, sin darle tiempo para gritar, ya le había traspasado la garganta, pensé que seria más difícil, que algo me detendría, pero no fue así, la gente me temía más que nunca, esta vez camine en dirección a la montaña no tenia intención de huir, sino de limpiarme para continuar, en el camino sonó el teléfono, eras tu Verónica, llorando decías que ya estabas fuera del país, me contaste que habías visto a Violeta subir a un camión, me reí tanto, solo de recordarlo da tanta risa…. Nos juramos amor eterno tantas veces, pero dejaste de llamar, tal vez fue porque ese día lance el teléfono al rio, quiero creer que me abandonaste, que no llamaste más. Pronto me acordono un grupo policiaco, luego de tantos juicios donde no hice más que guardar silencio, se me llamo asesino, pederasta, demente, no existe la cadena perpetua, ni la muerte aquí, aunque un cómico grupo exige mi muerte, se que no lo lograran, el fiscal espera a que cuatro criaturas que se debaten entre la vida y la muerte, mueran, para pedir una condena más fuerte, yo también espero que mueran y si estuviera en mis manos, las sacaría del suplicio que es la agonía.
Les ruego a ustedes seres de la alta sociedad no rechacen a mi familia, ni mucho menos los señalen, pues dependen tanto de ustedes hipócritas gusanos, que podrían suicidarse, son tan débiles de espíritu, en cambio yo me voy de aquí, no por el peso de la conciencia, sino porque la cárcel aburre.
Violeta te quise amar pero tú no lo permitiste, solo queda decir que seas feliz con el camionero, mamá y papá no mueran, vivan mucho tiempo para que sufran tanto como yo alguna vez lo hice.
Verónica nunca preguntaste por qué lo hice, gracias, llámame por favor, por qué dejaste de llamar, dónde estas, por qué no has venido a verme, acaso crees que no me dejé coger, si supieras lo feliz que he sido, no niego que la maldad me consume, como a cualquier otro sobre este planeta, pero supe dirigir mi maldad para realizar el bien, solo soy una gota de lluvia que cayo sobre el asfalto y espera otra gota, para arrastrarse juntas aun destino superior, te encomiendo mi labor, cae junto a mi para convertirnos en una avalancha que arrastrara el mundo.
Te amare por siempre….
E.P.     

martes, 8 de enero de 2013

Tristezas del abandono


A Verónica
Caballeros errantes tocan a mi puerta
por un poco de cariño les ofreceré mi desnudes
caerán como la rapiña a un cuerpo putrefacto
primero se saciaran con mis entrañas
morderán mí clítoris
lo apretarán con sus picos descomunales
será cortado y tragado
mis pezones masticados y al empezar a brotar la dulce leche
cuarteada por la sangre que recorre mis senos
será lamida chupada
mí lengua y mis labios serán devorados
y a la mañana siguiente cuando los caballeros
partan del lecho de los cuerpos putrefactos
lo único que quedara serán las sobras
pelo pellejo y dientes
pronto hasta la rapiña me despreciara.

jueves, 3 de enero de 2013

El lamento de un dios


Lloro de nuevo, recordando y recordando, porque recordar es lo único que me queda.
Corrí hasta que mis pies no dieron más, quería escapar pero estaba atrapado, pude sentir como mi pensamiento se detuvo, se concentro en una única cosa, la opresión de mi alma, el suelo sobre el que yacía apenas podía sentirlo, era como si gravitara, no; ni siquiera podía sentir o ver el suelo, lo único que veía era el orificio del techo, sentía mi cuerpo introducido en aquel diminuto orificio, mientras mi pensamiento estaba sobre el suelo, observándose….. Llegue a pensar que al fin había enloquecido, que la hora de olvidarlo todo y vivir en un pensamiento ya no era una simple especulación de mis tontos poemas. La sensación de saber de mi locura, unida a la incapacidad de mi cuerpo para reaccionar, fue lo que corrompió todo mi ser, durante mucho tiempo no se cuanto, intente regresar a mi cuerpo, pero al final entendí que ya no me pertenecía y en ese mismo momento descubrí que había hecho la mas grande y poderosa creación, cree vida y no una simple rudimentaria vida, cree un ser humano, con todas las cualidades de cualquier otro, con una única diferencia, lo había creado yo, y mientras mi creación vivía, amaba, lloraba y otras veces moría, yo iba siendo olvidado, solamente observando por un simple orificio un cuerpo que se movía a voluntad propia, mi creación. No soy mas que un simple dios perdido en el mundo de la locura, omnipotente, omnisciente, omnipresente, pero incapaz, atrapado y sin salida, me lamento por no tener una existencia fugaz y en lugar de ello una inmortalidad incapaz.