Transitando por el sendero oscuro de mis días,
tuve la suerte de encontrar a Eva, al toparme con ella corrió espantada, como
si en mí viera la muerte, yo la mire asombrado, -pensé- pobre, si la dejo aquí
morirá, di tres o cuatro pasos indecisos, al acercarme se enredo a mis pies,
esto me alivio un poco ya no tenia miedo, la levante, la sostuve un momento
entre mis brazos y de inmediato descubrí que estaba enferma, su barriga era
mucho más grande de lo normal, la lleve a la veterinaria, estaba deshidratada,
probablemente tenia sarna y un mar de parásitos, pobre Eva había nacido
desgraciada, ni siquiera podía cagar, me dijeron que estaba muy pequeña, pero
había salvación, triste por el capricho de la muerte que se había ensañado
sobre una indefensa criatura, maldije varias veces y decidí no oponerme a la
muerte, pero a cambio la haría feliz lo poco que le quedaba, siempre he pensado
que es mejor una existencia feliz y fugaz, que una inmortalidad llena de
tristezas. Caminamos, jugamos, comimos, reímos y la acaricie hasta la saciedad;
siempre rebelde, se levantaba como Belzebuth cada vez que veía o oía la palabra
perro (odiaba aquellos seres sumisos y estúpidos), hubo personas que atacaba
con solo sentir su presencia, entonces supe que Eva tenia un don especial, no
veía ojos, ni narices, sino almas, pero poco a poco se fue deteriorando, su
fiereza habitual desapareció, pasaba el día en su cama, dejo de comer y su
estomago abombachado se convirtió en una solida roca, comprendí que su fin se
acercaba y sucedió lo que Eva había visto la primera vez que me vio, la abracé
y le dije, la eutanasia mi reina, la E – U – T – A – N – A– S – I – A. Primero pensé en algo indoloro,
así que tomé la daga especial para estos favores, la empuñe, pero la idea que
salpicara mi rostro con la mierda contenida de hace cinco días, impidió que la
apuñalara, sufría con la tarea de matar a mi querida hermana, pero tenia que
hacerlo, así que sin una pisca de remordimiento la tome de su cuello y lo
apreté tan fuerte como las fuerzas podían darme, su cuerpo empezó a defenderse,
pero puedo asegurar que sus ojos no se movieron, los mantuvo fijos a los míos,
como viendo algo que se ocultaba bajo mis pupilas, pronto cuando su cuerpo dejo
de moverse, solté su cuello, cayo sin vida a mis pies, dure unos minutos
perdido en mis reflexiones, cuando un maullido lejano se escucho, mire el
cuerpo sin vida de Eva, continuaba inmóvil, pero sus ojos no habían dejado de
verme, solo es mi imaginación –pensé-, pero de nuevo se repitió, era un
maullido como lanzado desde las profundidades del averno, no había duda lo
escuche y salía del pequeño cuerpo inmóvil, luego vi claramente que se movía,
empezó a convulsionar y retorcerse como una víbora al fuego, Eva se negaba a
morir, al recuperarse se quedo inmóvil observándome, desafiaba mi conciencia y
mi alma, la levante, no había necesidad de palabras, ella veía mi alma, pronto
descubriría que existen almas que no vasta con verlas para comprenderlas; esta
vez no fallaría, la tome con las dos manos del cuello, la fuerza aplicada hizo
que su cuello se estirara exageradamente, entonces agarre su cabecita y le di
una vuelta, una de sus paticas empezó a vibrar como el segundero de un reloj,
ya había expirado, pero su cuerpo continuaba moviéndose, una cabeza inmóvil,
unos ojos sin brillo, opacados, deseando corromper una conciencia de piedra y
un cuerpo inconsciente dando sus últimos movimientos; cuando no hubo más
movimiento me alegre por ella, por lo menos podría cagar y comer de nuevo, la
idea de apuñalarla no había desparecido del todo, pero me pareció una vileza
pues ya era un cuerpo sin vida, decidí alejar la tentación y aparte el cuerpo
de mi alcance, no la puse bajo tierra, los gusanos no merecían comerse a mi
querida Eva, la puse sobre una tabla y deje que el rio se la llevara, debió ser
un don terrible ver las almas y no poder comprenderlas…. Pobre gatita Eva,
desde nuestro primer encuentro supo que estos ojos serian lo último que vería. Desafortunada
Eva, la muerte no es justa y la vida tampoco lo es, pues mira que tú estas
allá, mientras yo sigo aquí.
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